Introducción
1. INTRODUCCIÓN
Desde 1990, España es el primer país europeo en tasas de incidencia de sida. En 1994, fecha en la que se comienza a aplicar en nuestro país la nueva definición de caso de sida para la Región Europea, no sólo sigue teniendo las mayores tasas de incidencia, sino que encabeza en números absolutos los casos nuevos diagnosticados. Por categorías de transmisión, España ocupa el primer lugar en casos atribuidos al uso de drogas por vía parenteral (64 % del total de casos declarados a 30 de junio de 1996) 1, es el país que ha declarado un número mayor de casos de sida pediátrico (por transmisión vertical) y, desde 1994, se sitúa a la cabeza en tasa de incidencia por transmisión heterosexual 2.
En España se estima que más del 50% de los usuarios de drogas por vía parenteral (UDVP) están infectados por el VIH. El uso compartido del equipo de inyección (agujas, jeringuillas u otros ) es la principal práctica de riesgo para la infección entre los UDVP. Aunque la frecuencia de esta práctica parece estar disminuyendo, distintos estudios realizados entre UDVP en España3-7 en los últimos años han puesto de manifiesto que, entre un 29% y un 45% de ellos habían compartido jeringuillas con otros usuarios, en el último mes o en los últimos seis meses, con una frecuencia variable. Por otra parte, aunque entre un 85% y un 98% de ellos referían limpiarlas antes de su reutilización, el método utilizado era incorrecto en la mayoría de los casos (aclarado con agua fría en un 85-90%).
En dichos estudios, entre un 50 y un 70% de los UDVP entrevistados referían haber mantenido relaciones sexuales en el último mes o en los últimos seis meses y el 35-45% de ellos afirmaba no haber utilizado nunca preservativos en éstas. Entre el 55-60% de los UDVP sexualmente activos referían haber tenido alguna pareja no inyectora de drogas en el último año8. Entre un 20 y un 45% de las mujeres UDVP incluidas en dichos estudios había tenido relaciones sexuales de tipo comercial.
Tanto la transmisión heterosexual como vertical del VIH en nuestro país se encuentran indirectamente relacionadas con el uso de drogas por vía parenteral en condiciones poco higiénicas, constituyendo actualmente los UDVP la principal fuente de infección. Así, el 76% de las mujeres que han contraído el sida por relaciones heterosexuales y de las que se dispone de información acerca de la pareja, se han infectado a través de relaciones sexuales con un UDVP y el 69% de los niños con sida, con información disponible acerca de la categoría de transmisión de la madre, son hijos de mujeres UDVP 1.
La meta de todo programa dirigido a drogodependientes es el abandono del consumo de la sustancia activa. Sin embargo, la experiencia acumulada en muchos años muestra cómo, un número importante de usuarios continúa consumiendo, un porcentaje importante continúan inyectándose drogas, muchos de ellos en condiciones poco higiénicas y, un número todavía mayor mantiene además otras prácticas de riesgo para la infección por VIH (relaciones sexuales sin protección). La rápida difusión de esta infección entre la población UDVP, la frecuencia de prácticas de riesgo para dicha transmisión y la ausencia de tratamiento y vacunas eficaces frente a la misma, han obligado a un replanteamiento de los programas existentes. Parece cada vez más evidente que los esfuerzos deben dirigirse, en primer lugar, a reducir la morbi-mortalidad relacionada con el hábito de consumir drogas y, en segundo lugar, a tratar la dependencia.
De este planteamiento surgen las estrategias de reducción de riesgos entre los UDVP, cuyo objetivo es disminuir las consecuencias adversas del consumo de drogas, sin reducir necesariamente el consumo de las mismas. Los Programas de Intercambio de Jeringuillas (PIJ), son quizá el prototipo de programas de reducción de riesgos entre los UDVP.
El primer PIJ se puso en marcha en Holanda en 1984, con el objetivo de evitar la propagación de una epidemia de hepatitis B entre la población UDVP 9. Posteriormente, tras comprobarse su efectividad no sólo para prevenir la hepatitis B sino también la infección por el VIH, estos programas se expandieron por otros países de la Unión Europea, Australia, Canadá y Estados Unidos y sólo muy recientemente en España. Las conclusiones de un estudio realizado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos sobre el impacto de los PIJs en la salud pública avalan la adecuación de este tipo de programas 10.
El presente documento pretende facilitar a los distintos profesionales que trabajan en sida o en la atención a personas que consumen drogas, información básica sobre los PIJs: objetivos, requisitos de aplicación, modelos de funcionamiento, recursos necesarios, limitaciones y problemas e indicadores para su evaluación, a fin de crear, en nuestro país, un marco homogéneo para su desarrollo.
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